La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social”, lo que
supone que este concepto va más allá de la existencia o no de una u otra
enfermedad.
Desde
esta perspectiva se puede determinar que los hábitos necesarios para llevar una
vida saludable son los siguientes:
Dieta equilibrada: una alimentación saludable se rige por incluir
todos los alimentos contemplados en la pirámide nutricional, pero en las
proporciones adecuadas y en la cantidad suficiente (no más) para mantener las
necesidades nutricionales del organismo en función del consumo energético que
éste realiza con la actividad diaria. El valor energético diario de la dieta
debe ser, aproximadamente, de 30-40
kilocalorías por Kilo de peso
Hábitos tóxicos: el tabaco, el alcohol y las drogas inciden de
forma muy negativa sobre la salud. La única tolerancia se refiere
exclusivamente al vino o la cerveza, de los que incluso se recomienda el
consumo del equivalente a una copa diaria.
Ejercicio físico: las recomendaciones generales determinan unos 30
minutos diarios de actividad física, siendo suficiente caminar a paso rápido
durante este tiempo. Ello permite quemar las calorías sobrantes y fortalecer
músculos y huesos, pero también ayuda a controlar la tensión arterial, el colesterol
y los niveles de glucosa en sangre, además de contribuir a la eliminación del
estrés y ayudar a dormir mejor, adquirir un estado de relajación y evitar
cambios de humor, mejorar la autoestima y el estado de satisfacción persona.
Higiene: una higiene adecuada evita muchos problemas de
salud: desde infecciones a problemas dentales o dermatológicos. El concepto de
higiene no sólo se refiere al aseo y limpieza del cuerpo, sino que afecta
también al ámbito doméstico.
Equilibrio mental: no se refiere a la existencia de enfermedades
mentales, sino al estado de bienestar emocional y psicológico, necesario para
mantener y desarrollar las capacidades cognitivas, las relaciones sociales y el
afrontamiento de los retos personales y profesionales de la vida diaria. El
estrés, el cansancio, la irascibilidad, la ansiedad son, entre otros, algunos
de los signos que indican que el estado mental no es del todo saludable.
Actividad social: las relaciones sociales son un aspecto fundamental para la salud del ser
humano y, en consecuencia, para un envejecimiento saludable. El aislamiento
social puede llevar a un deterioro gradual e irreversible de las capacidades
físicas y mentales, incluso a la incapacidad física y la demencia.
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